Cuestiones de gusto...


En esta sociedad de consumo, del marketing, de la moda donde todo gira alrededor de la imagen y la belleza, hombres y mujeres nos hemos vuelto esclavos de unos cánones que algunos se creyeron con el derecho a establecerlos, y muchos más los hemos aceptado como si fueran una verdad absoluta.

Resulta que las mujeres debemos tener 90 cms de busto, 60 cms de cintura y 90 cms de caderas para enlistarnos en el grupo de las medidas perfectas, ese cuerpo de guitarra que nos hace más atractivas para los hombres. De esta manera, no tendremos inconvenientes con la moda que los diseñadores se encargan de inventar y que modelos escuálidas y desgarbadas se encargan de mostrar al mundo, haciéndonos creer que eso es lo correcto, lo mejor, que así debemos ser/estar todas.

Y es por ello que nos vemos envueltas haciendo de todo por estar “bellas”: practicamos todas las dietas habidas y por haber (atún, berenjena, piña, avena, manzana, banano, etc.), muchas veces inventándolas y exponiéndonos así a una peligrosa descompensación, que tomando pastillas, malteadas y otras pócimas adelgazantes, comprando la crema caliente, la fría, la de algas, que poniéndonos la faja, yendo 4 horas al gym, pagando no sé cuanta plata en sesiones de masajes, gimnasia pasiva, vacumterapia, yesoterapia, y en el último de los casos, recurriendo al bisturí, exponiendo la vida en una sala de cirugía por causa de una liposucción u otro procedimiento quirúrgico de carácter estético.

Y es que sí, a nosotras nos enseñó la sociedad, a través de la publicidad, de la televisión, de los continuos mensajes que recibimos a diario, que así y sólo así, seremos unas mujeres lindas y exitosas, porque lamentablemente, la capacidad de ser exitosos ha sido relacionada directamente con la belleza de las personas. Pero ese no es el enfoque que quiero tratar en este post.

Y bueno, para nadie es un secreto que a los hombres les gustan mucho las mujeres con medidas perfectas o “cuasi” perfectas. Se desviven por unas buenas pechugas, una cintura pequeña y un buen culo, aunque también tienen en cuenta otros aspectos como el rostro y cabello de la susodicha, la personalidad y ya cada quién tiene otros detalles en los que se fija. No digo que TODOS los hombres sean así, pero bueno, hay que aceptar que la gran mayoría entran en ese grupo que quisieran tener a su lado a una modelo de revista, una “mamacita” que puedan exhibir cuando salen a la calle y chicanear ante sus amigos.

Y ellos, ¿será que si se preocupan tanto por cuidar su físico? ¿Las mujeres somos igual de exigentes en el aspecto físico cómo ellos al momento de buscar pareja? Bueno, si bien es cierto que hay hombres vanidosos, a los que les gusta cuidarse, ir al gym, se preocupan por mantenerse bien vestidos, comen saludable, que no les salga barriga, etc., la mayoría de los hombres que conozco les importan poco estas cosas.

Y debo decir, que sinceramente, a mí no me gustan ni me impresionan esos “machitos caribonitos musculosos” que se la pasan todo una jornada en el gym alzando pesas y tratando de impresionar al resto con sus súper brazotes y piernotas, las chocolatinas perfectamente marcadas, la cola más dura que una piedra, etc. No. A mí me gustan los hombres normales, esos que tu puedes abrazar y los sientes suaves y no duros, como si fueran un maniquí de tienda. Esos que tienen barriga porque comen lo que se les da la gana y toman cerveza sin importar que se vayan a engordar.

Me gustan esos hombres con los que más allá del físico, sean inteligentes, puedas tener una buena conversación, que te hagan sonreír, manejen un excelente sentido del humor, te sorprendan con detalles, sean caballerosos, te consientan mucho. Esos hombres con los que puedes ser tu misma, que te aceptan con tus defectos y cualidades, que te soportan los amargues, que te besan las lágrimas. Esos hombres con los que puedes armar cualquier plan y pasarla increíble, con los que podrías bailar toda una noche sin parar (requisito indispensable para mí), arruncharte a ver una película, ver un atardecer o un amanecer. Esos hombres con los que te puedes levantar cada día y empezar de nuevo.

Esos hombres que gritan y se emocionan viendo un partido de fútbol o de béisbol, que hablan de sexo sin tapujos, que les gusta el dominó, que te cuentan un chiste y puede ser el más malo del mundo pero igual te hacen reír, que le ponen a sabor a todo lo que hacen en la vida.

Si, definitivamente, esos son los hombres que me gustan. Esos que huelen delicioso y se visten bonito, aunque también tienen sus momentos de “fachas” pero aún así, te siguen atrayendo. Esos modelitos de revista, para mí, solo son eso: personajes que sirven para recrear la vista y nada más. Y no es que los modelitos carezcan de muchas de las cualidades mencionadas anteriormente. Lo que sucedes es que a mi lado me gusta tener más que figuritas, hombres que tengan claro lo que quieren en la vida y que sus intereses estén centrados en otras cosas, más allá del físico. Aunque es claro, que tampoco digo que me gusten los “feos-feos”, a mí suelen conquistarme otros aspectos más allá de una cara bonita y un cuerpo marcado por músculos.

Y bueno, si, a mi me gustan gorditos, con barriga ¿y qué? Nada que ver con flacuchos huesudos. Entre gusto y gusto, no hay disgusto. Ya habrá mujeres a las que finalmente, las matan los modelos acuerpados “careniñas”, esos son sus gustos y hay que respetarlos igual. Mi mamá suele preguntarme: ¿por qué nosotras no les exigimos a ellos que se mantengan a la línea así como muchas veces ellos lo hacen con nosotras con el cuento de “te estás poniendo gordita”? Y la verdad es que no tengo una respuesta para ello, sencillamente, porque así como son nos gustan y ya, para qué pedirles que cambien.

Y muy felices salimos de la mano con nuestro “gordo”, y no nos importa qué pueda pensar la gente que está alrededor. Mientras tanto, yo sí seguiré preocupándome por mi figura y por verme linda, más que por complacer la vista de quienes me rodean, por sentirme bien conmigo misma, es una cuestión de amor propio. Aunque sería hacerle caso a aquello de los cánones y etcétera, pues qué se le va a hacer, ese concepto de belleza ya quedó inculcado en el chip mental femenino, y aunque no quiere decir que los siga al pie de la letra, por lo menos, rescato algunas cosas que sí son apropiadas para lograr la proyección de imagen adecuada, de acuerdo a nuestra personalidad.

Aunque la verdad, sería mejor terminar cantándonos como dice Julieta Venegas: “yo te quiero con limón y sal, yo te quiero tal y como estás, no hace falta cambiarte nada”.


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Comentarios

  1. Bonito sería que de la misma forma fuera al contrario...
    Ellos si se desviven por la mamacita... y si pones a elegir entre la que se la pasa en el gym y la que tiene la barriguita no muchos deciden fácilmente...
    Siii entre gustos no hay disgustos...
    Aunque veo más 'mamacitas' con tipos con barriguita que 'papacitos' con niñas con barriguita... :P

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  2. Tienes mucha razón, es muy hipócrita de los hombres exigir que su pareja "esté buena" y se cuide y no se engorde y se maquille y esté bien arregladita siempre; mientras que ellos son unos gordos mal trajiados.

    Yo exigo pero porque me cuido también, me estresan las gordas, pero por salud y por lo que indica eso, pero pido porque tengo autoridad moral para hacerlo...

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  3. a mi no me gustan monos, ni calvos, ni que les cuelgue la panza
    no me gustan musculosos y por moda no me voy a poner tetas ni a levantar el culo..

    buena esa!!

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