¡Se me bajó el azúcar!


Con este post, participé en el aniversario del blog de la linda @everlyco " Mi caja de Pandora". Para los que no se pasaron por allá o no se dieron por enterados aquí se los dejo.

Para mí la vida es un algodón de azúcar. O mejor, me gustaría que la vida fuera como un algodón de azúcar, y no lo digo porque yo vivo en mi mundito color rosa, no, sino porque me gustaría que la vida fuera una continua sucesión de momentos felices, de momentos dulces, suavecita, así como cada mordisco de un algodón de azúcar se disfruta al máximo aunque se deshaga rápidamente en nuestras bocas, quisiera poder disfrutar cada suceso de mi vida de igual manera, aunque esté consciente que tarde o temprano, el gran algodón de azúcar que sería la vida, tiene que terminar.

Pero resulta que la vida no es un algodón de azúcar como yo quisiera y si bien todos tenemos esos momentos alegres, también tenemos momentos tristes y muy desagradables. Considero que todas las personas poseemos un nivel de “azúcar” en nuestras vidas. Y bueno, no me refiero exactamente a la glucosa, el azúcar que posee nuestro organismo y que nos permite realizar nuestras acciones diarias. No. Para mí el “azúcar” es ese ingrediente extra que tenemos los seres humanos, y que nos impulsa, nos da la energía para hacer las cosas con una buena actitud, con amor, con alegría, que nos enciende la chispa, que nos mantiene una sonrisa en el rostro. Ese es el “azúcar” al que yo me refiero.

Y así como hay días en los que tenemos sobredosis de “azúcar”, todo nos sale bien, bailamos y cantamos mientras trabajamos, respondemos amablemente a cuánta pregunta nos hacen, damos ánimos al decaído, echamos chistes así sean de los malísimos, le sonreímos hasta al perro callejero, la hiperactividad se eleva a un 1000%, mejor dicho, nos sentimos los seres más felices y dichosos del mundo, también llegan esos días donde suelo decir ¡SE ME BAJÓ EL AZÚCAR! Y no faltan los que corren a traerme chocolates, bocadillo, helado, arequipe, leche condensada y de cuanto dulce se les ocurre pensando que he tenido alguna crisis hipo-glicémica, sin entender que no me refiero a los niveles de glucosa en mi sangre, sino al “azúcar” de la vida, la que me impulsa a seguir adelante, la que mantiene mi ánimo arriba.

Cuando se baja el “azúcar”, el nivel de “amargue” suele aumentar al máximo porcentaje. Y es tan terrible cuando esto sucede porque nos sentimos tristes, decaídos, nada nos causa gracia, nos enojamos con facilidad, no queremos saber de nada ni de nadie, las lágrimas se salen solas, nos fastidiamos de nosotros mismos, no hallamos qué hacer, cómo acomodarnos, todos nos molesta, nos ponemos quejetas, mejor dicho, como dice una buena amiga mía nos da “gadejo” (GAnas DE JOder); nos volvemos lo más insoportable e inmamable que existe sobre la faz de la tierra.

Y ¿entonces? ¿Cómo se restablece el nivel de “azúcar”? Bueno, ya eso es una cuestión personal. Cada quién tendrá su manera de endulzar la vida y sabrá qué cosas específicas le dan esa energía. A mí me funciona mucho escuchar música (dos canciones en especial me suben el ánimo full “I’m yours – Jason Mraz” y “You are my sunshine – Domino Dancing”); comer chocolates (y esto es muy en serio, si es chocolate blanco el efecto es más rápido); sentarme sola en la playa a sentir la brisa marina y escuchar el vaivén de las olas (el mar es mi psicólogo favorito y lo mejor, gratis); llorar, llorar mucho, desahogar el alma siempre viene bien; escribir, sobre lo que tú quieras, pero escribe, las letras y las palabras se vuelven cómplices y muchas veces, de esos momentos “so down” surgen los mejores escritos; hablar con alguien de entera confianza y descargar ese cúmulo de sentimientos malignos que te agobian, esto ayuda a aligerar las cargas negativas y poco a poco sientes que todo va volviendo a la normalidad.

Los bajones de “azúcar” son normales y considero que MUY NECESARIOS, ya que nos enseñan a enfrentar la vida de una manera madura y aterrizada, a entender que los momentos tristes y dolorosos, los fracasos y las frustraciones, son precisos para hacer de nosotros personas fuertes, valientes, capaces de levantarnos después de una caída, limpiarnos las rodillas y continuar el camino con la frente en alto y mirando a los ojos a quién se atraviese. Son momentos amargos que nos auguran buenas dosis de “azúcar” en el futuro, porque definitivamente, no hay mal que dure cien años, ni cuerpo que lo resista.

Así que ya sabe, la próxima vez que me escuche decir/escribir ¡SE ME BAJÓ EL AZÚCAR! No se asuste ni crea que me voy a desmayar, ni que necesito un dulce urgente (aunque yo no me coloco triste si me lo regala). No. Simplemente estoy pasando por ese mal momento, que alguna vez tenemos todos, y sí a usted no se le baja el “azúcar”, ¡bendito sea! ¡Cuánta envidia le profeso!

Y recuerde, como decía la guarachera de Cuba, Celia Cruz (Q.E.P.D.) “Que tan solo hay momentos malos y todo pasa…ay, no hay que llorar que la vida es un carnaval y es más bello vivir cantando”. Y ¡AZÚCAR, AZÚCAR!


votar

Comentarios

  1. Totalmente de acuerdo, la vida está llena de ups y downs, y sólo nosotros tenemos el poder para recuperar ese azúcar en nuestras vidas...eso sí un chocolatico no cae nada mal :p Abrazo!!!

    ResponderEliminar
  2. El azúcar el malo, engorda, daña los dientes y genera resistencia a la insulina

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Cualquier comentario es cariño...

Entradas populares de este blog

¿Competir por ‘amor’? No, gracias…paso.

10 maneras de extrañar...

Volver a sentir...cosas del corazón