9 de febrero, día del Periodista en Colombia

Ser PERIODISTA más que una simple profesión, es toda una PASIÓN. Hoy 9 de febrero, fecha en la que se celebra el Día del Periodista en Colombia, por aquello de que el miércoles nueve de febrero de 1.791 circuló el Papel Periódico de la ciudad de Santafé de Bogotá, primer semanario en la historia de Colombia, fundado y redactado por el cubano don Manuel del Socorro Rodríguez, hice un recuento personal de cómo terminé estudiando esa carrera llamada Comunicación Social y de cuánto la aprendí a amar, la amo y la amaré incluso más allá después de la muerte.

Desde pequeña siempre he sido una niña muy locuaz, la verdad, lo reconozco, yo hablo hasta por los codos. Me gustaba meterme en las conversaciones de los adultos, no dejaba hablar a los otros niños en clases, siempre me destaqué por tener la chispa adelantada y brillaba con luz propia del resto de los niños de mi edad. Sin embargo, siempre he sido enfermiza. Así que de pequeña tuve un problema con un cuadro asmático y me la pasaba metida en el médico, y ese cuento de examinar pacientes, recetar medicinas, me parecía tan divertido, que decía: cuando sea grande yo quiero ser doctora.

Y esa idea de convertirme en doctora me duró por mucho tiempo. Pero lo cierto es que mis cualidades eran otras. En el colegio siempre me destaqué por ser la niña súper estrella que salía en cuánta presentación organizaban las maestras, pero como fuera, yo siempre tenía que estar presente en todos los actos de la institución. Así que bailé de cuantas coreografías se les puedan ocurrir, declamé poesías (que entre otras cosas, era una de mis cualidades más destacadas por la sorprendente capacidad que tenía para aprenderme las cosas de memoria con mucha rapidez), era la presentadora oficial de cierto eventos, especialmente el concurso de oratoria, el cual siempre presentaba porque tenía muy buen dominio de público y cero pánico escénico, así como los festivales de inglés, entre otros. Cuando a mi curso le tocaba organizar el periódico mural del colegio, yo era quién designaba con la profesora quiénes debían traer las noticias para cada sección, las revisaba (cual editora) y las colgaba. Mis materias favoritas siempre fueron Castellano y Literatura, Sociales y Filosofía. Me fascinaba leer, participar en concursos de cuentos y de cuanta cosa implicara escribir, además, que gané el Premio de Ortografía organizado por El Tiempo. ¡Ah sí! Y también era la fotógrafa oficial de algunos eventos del colegio.

Según estas cualidades, todo indicaba y apuntaba a que yo me dedicara a una carrera como el Periodismo. Pero la verdad yo no lo tenía claro. Cuando estaba en 10° grado, recuerdo a mis 15 años, andaba “enamorada” de un amiguito quién me decía que estudiáramos Ingeniería de Petróleos, así que bueno, yo era buena en matemáticas, física, química, pero no eran mis materias favoritas. Sin embargo, ya me estaba montando en la idea, y empezamos a hacer averiguaciones en la UIS para irnos a Bucaramanga a estudiar juntos. Pero luego esa idea cambió a finales de ese año, y decidimos que mejor estudiaríamos Ingeniería Industrial y no de Petróleos. Como mi papá es Ingeniero Mecánico, yo quise seguir los pasos en la Ingeniería, y cualquier complique, pues tendría a mi papá que me explicaría, eso pensaba.

Sin embargo, llegamos a 11° el año para decidir, y yo me sentía muy confundida, entre otras cosas, porque el “amor” por el amiguito se esfumó luego de una “decepción amorosa” y bastante dolorosa (como siempre yo tan sentimental), así que las ganas de estudiar con él también se esfumaron y como que la Ingeniería en realidad no era lo mío. Así que juiciosa, hice el curso de Vocación Profesional que realizó la psicóloga del colegio y al final, en los resultados salió que efectivamente, mi perfil era para estudiar cualquier profesión enfocada en el área de Ciencias Sociales y Humanas.

Pero de verdad, descubrí que lo mío era la Comunicación Social, cuando me llevaron a conocer las instalaciones de la Universidad Tecnológica de Bolívar (en la cual, efectivamente estudié mi carrera) y cuando entré al estudio de Fotografía y al estudio de Radio, la conexión fue total. Me sentí tan feliz, definitivamente, ese era el mundo en el que yo quería estar. Leí el PENSUM de la carrera y me enamoré de las materias que allí decían, inmediatamente comencé a investigar sobre los campos de trabajo, sobre todo lo que implicara la carrera como tal, y como dicen por ahí, me enamoré completamente.

Lo mejor es que todo se dio para que así fuera. Por mi buen puntaje en las pruebas del ICFES y otras cualidades personales, la Universidad me otorgó el Premio a la Excelencia y al Talento Caribe, el cual consistía en una beca para estudiar toda mi carrera. Todo estaba dado. Esa era mi verdadera vocación: ser una comunicadora social.

La carrera se me hizo tan fácil, porque de verdad la amaba. Los trabajos me parecían exhaustivos pero fascinantes. Las clases eran una cosa de otro mundo, mis compañeros de carrera compartían esa misma pasión, así que para todos la cuestión fue muy divertida, aunque confieso que hubo momentos en que sentía no iba ver la luz, en que sentí que me quedaba sin fuerzas por la autoexigencia que me hacía para cada cosa que presentaba. Y es que yo no quería ser una comunicadora social del montón: ¡NO! Yo me quería destacar por algo, que mi trabajo lo reconocieran, que me valoraran como profesional. Mi amor por los medios de comunicación siempre se ha mantenido, aunque por cuestiones de logísticas en las materias y otras cosas del plan de estudios de la universidad, escogí la Comunicación Organizacional como mi énfasis, me considero una Comunicadora Social integral, capaz de desenvolverme en cualquier campo de la comunicación con la misma calidad y entrega de siempre. Y así ha sido, y lo he demostrado en los trabajos donde hasta el momento me he desempeñado.

Y se los repito. Yo AMO con locura mi carrera y todo lo que ella significa. La defiendo a capa y espada contra aquellos que la vienen a menospreciar y a pordebajear, como si no fuera una carrera digna o como si el título nos lo hubiesen regalado por nuestras lindas caras, demeritando todos los esfuerzos que sólo las personas que estudiamos la carrera, podemos entender y sabemos lo que tuvimos que pasar para poder lograrlo y decir con orgullo: SOY UN COMUNICADOR SOCIAL – PERIODISTA.

Un día como hoy, analizo y me doy cuenta que todo ha valido la pena. Que siempre mantendré ese amor por lo que hago y precisamente, eso marca la diferencia entre el resto y yo. Y que si volviera a nacer 10 mil veces, 10 mil veces volvería a ser una COMUNICADORA SOCIAL.

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