Casarse o no casarse...esa es la cuestión!


Desde pequeñas, creo que a la mayoría de las mujeres nos venden la maravillosa idea del “matrimonio feliz”, de encontrar ese “príncipe azul” y de comernos el cuentico de “vivir felices para el resto de nuestras vidas”, pues claro, desde niñas nuestras madres nos acostumbran a ver las peliculitas de Disney, esas de princesas, y nosotras que aún no sabemos distinguir muy bien entre fantasía y realidad, nos dedicamos a creer que todos ese mundo tan bonito puede ser realidad, algún día. Y crecemos con la idea en la cabeza, de hallar nuestro príncipe azul, ese hombre perfecto, buen mozo, educado, inteligente, romántico, detallista, (mejor dicho, ese que ya no se consigue, solo unos cuantos especímenes, y ya están en vía de extinción), pero nos vamos estrellando solitas con la cruda realidad, y como no nos prepararon para esa clase de golpes, pues nos parten el corazón con una facilidad y ahí seguimos nosotras por el mundo buscando el imposible, curando las heridas e intentando una y otra vez.

El problema fue que nos volvieron “idealistas” así digo yo, idealizamos a ese hombre, a esa pareja que queremos tener al lado, pensamos en una persona que carece de defectos, pero que está totalmente ajena a la realidad en la que vivimos: todos los hombres y las mujeres, tenemos defectos, y nos duele aceptar que es así. Y bueno, a la final esa dichosa búsqueda es para “casarnos” como las princesas, sí, creo que alguna vez soñamos con la súper boda, el súper vestido pomposo, lanzando el ramo de flores para las amigas y quedadas, los anillos, la gran recepción, mejor dicho, como en los cuentos, tal cual.

Pero llega un momento de nuestras vidas en que la estamos pasando tan bien, tan rico, así solteritas, que la palabra “matrimonio” nos produce terror, por lo menos es mi caso. No me imagino, vivir atada a un solo hombre, tener que asumir responsabilidades de ama de casa (con las cuales peleo diariamente, no me llevo muy bien con eso), pero más que todo eso lo que más me disgusta es, tener que conformarme con un solo hombre y tratar de ser fiel en lo posible, para no quedar como la cualquiera, la “cachona”, etc., y ahora no voy a profundizar en esos temas de la infidelidad, que es otro merecumbé.

Tal vez porque no soy muy amiga de los formalismos, es precisamente, que he empezado a dudar si algún día me casaré o no. El matrimonio en estos momentos me parece más un negocio que otra cosa, empezando por lo que toca pagarle al cura que te va a echar la bendición, más el vestido, la recepción y ese poco de cosas que se dan en el magno evento. Pero tampoco quiero profundizar en la parte económica del sacramento. La verdad, por la experiencia de conocidas y mucha gente en general, que hacen la súper boda y al mes se están separando, es que he pensado ¿para qué tanta gastadera de plata en una cuestión que se ha vuelto tan desechable?

No señor, la verdad yo no quiero dolores de cabeza por “cachos descubiertos”, por peleas con el esposo por cosas insignificantes, tener que estar dando explicaciones de lo que hago y dejo de hacer, que quiero salir sola con mis amigas y amigos y alguien en casa me pone mala cara, porque si me gusta alguien me tengo que quedar con las ganas de calmar el antojo o sino tener que hacer todo a escondidas y cuidadosamente para evitar que me descubran, tener que explicar quién me llamó tan tarde, no que hartera, yo no sirvo para tener y mucho menos vivir, con un policía al lado.

A mí me gusta la libertad, poder gozar y disfrutar a mis anchas, nada de ataduras. No me pondré rabiosa si al día siguiente no me llaman por teléfono a decirme cosas bonitas, no me hacen falta, con lo que haya pasado la noche o el día anterior es más que suficiente, la cara de ponqué con la que me levante y que me dure todo el día es una buena recompensa, no celaré a nadie (cada quién hace lo que quiera y con quién quiera) ya muy mala vida me he dado con ello en el pasado, saldré con mis amigas y amigos cuando yo quiera, bailaré al ritmo que me toquen, y lo mejor de todo, sin tener que dar una sola explicación de lo que hago (de hecho a mis padres, solo cumplo con decirles adónde voy, más no les pido permiso).

Por ahora, estoy disfrutando mi vida de soltera como Dios manda. Quizás seré soltera por mucho tiempo más o tal vez toda la vida, quién sabe. Si alguna vez soñé con casarme, ese sueño se ha ido disipando poco a poco, lentamente. Pero no diré todavía que no me voy a casar. Que tal y aparezca uno que me haga cambiar de opinión y me convenza de creer en el matrimonio nuevamente, quién sabe. Por lo pronto, espero poder seguir amaneciendo con mi cara de ponqué producto de encuentros cercanos de alto nivel aunque al día siguiente el personaje no me regale ni una llamada…pero nadie me quita lo bailao!

Comentarios

  1. El problema principal es que cargamos las frustraciones de la bisabuela, la abuela y la mamá (sin contar a las tías solternas o a las separadas) y quieren que sea uno el que logre esa "perfección de cuento de hadas"... y ccn eso nos joden la cabeza...

    Yo me casaré cuando me dé la gana... no cuando el resto crea que me dejó el tren

    Algo relacionado... http://noescuestiondehormonas.blogspot.com/search/label/matrimonio

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Cualquier comentario es cariño...

Entradas populares de este blog

¿Competir por ‘amor’? No, gracias…paso.

10 maneras de extrañar...

Volver a sentir...cosas del corazón