¡No quiero ser grande!

Es un hecho. No quiero ser grande. Si me permitiesen elegir un estado para permanecer eternamente sería el de seguir siendo una niña. Y sí, es que me he dado cuenta que ser grande no es tan chévere como yo creía, como lo esperaba… De pequeña soñaba con crecer y creo que esto nos pasa a todos. Me divertía mucho jugando a la adulta, utilizando los tacones de mi mamá y mal utilizando sus maquillajes. Andaba con carteras (llenas de juguetes y otros chécheres), me hacía peinados extravagantes y hablaba mucho, metía la cuchareta siempre en las conversaciones de los grandes porque yo me creía así. De adolescente, quería ser “grande” para poder ir a discotecas sin tener que presentar una contraseña falsa o quizás esconderme en el baño del lugar cuando llegaba la policía a hacer requisas y llevarse a los menores de edad. Quería ser grande para tener una profesión, para trabajar, tener una casa, encontrar al príncipe azul, formar un hogar y así ser feliz (que se note que de pequeña me leyeron mu...